Información básica

El cultivo de melón y la sandía prefiere las altas temperaturas, de climas cálidos y no necesariamente húmedos. Necesita humedad continua en el suelo para que las raíces capturen todos los nutrientes que le proporcionamos. La humedad ambiental debe ser relativamente baja. El melón tiene una producción abundante y un rápido crecimiento de las raíces (que a veces alcanzan 1 metro de profundidad), por lo que prefiere los suelos ligeros con materia orgánica. El pH óptimo para el desarrollo está entre 6,5 y 7. Al ser una cucurbitácea, la insuficiente aportación de N provoca una importante reducción del crecimiento total de la planta, principalmente en el sistema radicular. Además, el nitrógeno disponible influye en la proporción de la parte aérea/raíz. Una contribución excesiva de N promueve demasiadas partes vegetativas y puede producirse una falta de exploración de las raíces. Un exceso de nitrógeno durante la floración puede reducir las flores femeninas hasta un 35 % y las flores hermafroditas hasta casi un 50 %. Una deficiencia de fósforo puede causar una disminución en el crecimiento de la parte aérea en un 40-45 %. Si los niveles deficientes de fósforo y el exceso de nitrógeno coinciden durante la floración y la fertilización, se produce una reducción de hasta el 70 % del potencial de floración y una disminución considerable del número de frutos fertilizados. Una deficiencia grave de potasio durante la etapa de floración puede reducir el número de flores hermafroditas hasta en un 35 %. Teniendo en cuenta los efectos de la nutrición en el desarrollo y la maduración de los frutos, el potasio y el calcio desempeñan un papel decisivo en relación con la calidad y las cualidades organolépticas.

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