Las leguminosas de grano son una importante fuente de proteínas, tanto para la nutrición humana como para la animal. La planta de judía se considera una planta exigente en cuanto a nutrientes, debido al sistema de raíces pequeñas y poco profundas y al ciclo corto. El nitrógeno es el nutriente más absorbido por la planta de judía. La mayor parte del N absorbido proviene de la descomposición de la materia orgánica del suelo. Sin embargo, los estudios muestran que la fijación sintomática de N no es suficiente para satisfacer la demanda de la planta; por lo tanto, se recomienda aplicar este nutriente al suelo en el surco de la plantación y en la cobertura. Además, los estudios indican efectos positivos mediante la aplicación de molibdeno y cobalto en el tratamiento de las semillas y para el desarrollo vegetativo. Las aplicaciones de micronutrientes, especialmente boro, zinc y manganeso, al suelo y por vía foliar son esenciales para aumentar la productividad.